24 de marzo de 2011

Extraños en un tren.

Una mirada más, y puede que el mundo explote.
   Sólo son otras dos almas perdidas.
Una vida tan rota como la tuya, un momento de tristeza compartida, de un pensamiento extraño y un poco esperanzador. Nadie lo nota, nadie se encoge.
Una infancia, un pasado común que queda lejos. Entre la niebla surge algo, otra mirada y de nuevo silencio. El paisaje cambia. Nadie lo nota. Es el mismo de todos los días. Otra vida rota se interpone, vuelve a alejarse, otra se acerca. Un nuevo instante, un respiro para volver a la comodidad. A tu obligación diaria.
Otra chispa surge. Se llama cursiosidad. La apagas sin dudarlo. Sólo es otra vida sin final, sin esperanza, sin un lugar a donde ir. Igual que tú.
El momento es efímero, y de repente pasa. Ya no está. Vuelve la chica solitaria, que se entretiene con sueños y mentiras.
Respira. Sin remordimiento.
  Al fin y al cabo, sólo son dos extraños en un tren.

11 de marzo de 2011

Nomesueltes

Ven y abrázame. Déjame perderme, olvidar todo lo que soy y fui. Permíteme llevarte, buscarte y encontrarte allí donde no estoy, donde una vez llegué y no volví.
Búscame entre las nubes, lejos, más allá del mar. Mucho más allá de todo lo que prometiste sin querer, de todo lo que alguna vez soñaste.
Guíame hasta el horizonte, donde las palabras vuelan y se pierden. No me sueltes. Por encima de todo y de lo que en realidad no importa, enséñame a llegar hasta donde yo no puedo.

Intentar.

Lo que importa es pequeño. Minúsculo. La diferencia entre ganar o perder es tan diminuta que a veces apenas conseguimos verla. Es tan pequeña como un detalle en un momento preciso, una sonrisa, una mano que se tiende al vacío sin esperar nada a cambio, un abrazo o una llamada. Por suerte, a veces conseguimos darnos cuenta de lo que realmente importa a tiempo. A veces no. Porque además de ser pequeño, es efímero. Fugaz.
Ven, y sabes que
no te podré olvidar.
Y sabes que, sin querer,
muy pronto estuve allí.
Que no quiero olvidarte, y sin ti ninguna parte
...es azar.